El primer día de un empleado en la empresa puede determinar el resto de su experiencia en ella. Las grandes compañías llevan años implementando planes de acogida para facilitar la integración de sus nuevos empleados. Este proceso de acogida, del que ya hemos hablado anteriormente, se denomina onboarding.
Esta incorporación a un nuevo trabajo es probable que esté acompañada de múltiples emociones, pero sobre todo de grandes expectativas. Sentimos que llegamos a un sitio en el que se nos espera, donde confían en nosotros al habernos elegido y en el que estamos dispuestos a dar lo mejor de nosotros mismos.
En todo esto, la ilusión juega un papel fundamental y, si la empresa está a la altura, será un factor importante en la experiencia del empleado. No obstante, junto al sentimiento de alegría e ilusión se encuentran el miedo y la incertidumbre ante lo desconocido. Es aquí donde la organización juega un papel trascendental.
Al igual que las personas, las empresas solo tienen una posibilidad de dar una buena impresión y tienen que aprovechar cuando se incorpora un nuevo empleado. Generalmente, los compañeros están pendientes del nuevo fichaje, le enseñan las instalaciones, le presentan al resto de compañeros, le cuentan sus funciones, etc.
Este apoyo por parte de los compañeros y responsables hace que el nuevo empleado comience la aventura con una mejor actitud, y está demostrado que el rendimiento será mayor.
Son muchas las empresas que ya han incorporado a este proceso la figura del buddy. El buddy es el compañero de trabajo que estará encargado de guiarnos y ayudarnos durante los primeros días o semanas para que podamos asentarnos en la empresa de la mejor forma posible. Si el proceso de onboarding ya era todo un reto para las compañías, diseñar la incorporación de esta figura al proceso, de forma correcta, se está convirtiendo en un desafío, y más ahora que los modelos híbridos de trabajo están implementados en las compañías.
Debido a nuestra cultura, valoramos mucho el contacto físico y el trato personal, pero actualmente la tecnología nos ofrece diversas herramientas para mantener ese contacto en remoto. Aunque podamos pensar lo contrario, el proceso de bienvenida en la empresa de forma virtual no tiene que ser peor que una incorporación presencial.
La figura del buddy es diferente a la de un mentor. El buddy nos acompañará en todo momento para guiarnos; será un aliado en el día a día para introducirnos en el equipo y resolver nuestras dudas.
El buddy adquiere un papel informal con un nivel similar de responsabilidad al de la persona que se incorpora al equipo, mientras que el mentor suele ser algo más formal, estructurado y tener un cargo superior. Por otro lado, la relación entre el nuevo empleado y el buddy es flexible y permite tanto las discusiones sociales como el intercambio de experiencias. Sin embargo, el mentor establece un acuerdo de colaboración previo en el que se definen los límites, la estructura y los resultados deseados.
¿Qué características debe tener un buen buddy?
- Ser una persona paciente y saber escuchar.
- Conocer tanto la función del nuevo integrante como la de la organización.
- Es extrovertido y capaz de utilizar preguntas para animar a los nuevos empleados a pensar por sí mismos.
- Reflejar firmemente la cultura y los valores de la empresa.
Más allá de todos los beneficios que aporta una correcta acogida para la persona recién incorporada, los procesos de bienvenida deben verse como una oportunidad de construir equipo y reforzar el sentimiento de comunidad, de grupo junto a los empleados más veteranos.
En definitiva, las empresas que no tienen incorporada la figura del buddy deberían hacerlo, y en aquellas que está implantada de manera informal, sería necesario un diseño más pensado, pautado y personalizado. Cuanto más se pueda estructurar mejores serán los resultados, recogiendo datos siempre que sea posible para ir perfeccionando esta experiencia.