Implantar una metodología Agile es una forma de mejorar la productividad y el rendimiento laboral en las empresas, gracias al trabajo en equipo y a la constante comunicación entre los integrantes en cada uno de los procesos que se desarrollan. Y todo ello, con el objetivo de ser más ágiles y resolutivos en los proyectos que se presentan.
La metodología Agile es una fórmula para el desarrollo de proyectos que necesitan rapidez y flexibilidad para adecuarse a las necesidades del cliente, y siempre está enfocada en mejorar resultados.
En esta metodología, el producto no se planifica ni se diseña por adelantado, sino que se trabaja por etapas (también conocidas como sprints), que pueden tener una duración de dos o tres semanas, y que durante ese tiempo cada miembro del equipo debe ejecutar una serie de tareas establecidas. Al final de cada etapa, los progresos del proyecto se entregarán y el proceso empezará de nuevo. De esta forma, el cliente va recibiendo poco a poco las novedades del proyecto y puede ir realizando cambios o añadiendo nuevos aspectos en la medida que va avanzando.
Actualmente, existen varios tipos de metodologías Agile. Os detallamos las más utilizadas dentro de las empresas:
Extreme Programming XP:
Esta herramienta es muy útil porque ayuda a potenciar las relaciones entre los miembros del equipo y los clientes a través del trabajo en grupo, fomentando la comunicación entre sí. Su utilización es recomendada para startups o empresas que están en proceso de consolidación, con el fin de garantizar la calidad y satisfacción del cliente.
Una de las principales ventajas de esta metodología es que está organizada en fases (planificación, diseño, codificación, pruebas y lanzamiento), aspecto que facilita los posibles cambios y permite ahorrar en tiempo, debido a la constante interacción con el cliente.
SCRUM:
Esta metodología también es conocida con el nombre de “metodología del caos”. Su base se fundamenta en que cada proyecto se debe dividir en 3 pequeñas etapas: análisis, desarrollo y testing. El objetivo principal es tratar de mejorar la planificación de los proyectos de las empresas.
Scrum permite gestionar proyectos largos y complejos que exigen flexibilidad y rapidez a la hora de ejecutarlos. Además, gracias a ella, podemos encontrar en menor tiempo los errores de las tareas ejecutadas y, por consiguiente, darle una solución con mayor rapidez. Todo ello, a través de reuniones periódicas, tanto de planificación como de revisión, aspecto muy importante de esta metodología.
Entre los rasgos más destacables que promueve Scrum están la innovación, la competitividad, la flexibilidad y la productividad.
KANBAN:
La metodología Kanban, también conocida como “Tarjeta Visual”, es una herramienta muy utilizada por los responsables de los proyectos, ya que las tareas son estructuradas en un cuadro. Este estará dividido en 3 columnas, en las que se agruparán las tareas en pendientes, en proceso o en terminadas.
La idea es que este cuadro esté a la vista de todos los miembros del equipo para que estén al día del estado de cada proyecto. De esta forma, evitamos que se pueda repetir u olvidar alguna tarea que debamos realizar.
Esta estrategia principalmente potencia la creatividad, la eficiencia y la autonomía del equipo.
La implantación de una metodología Agile conlleva cambios en los procesos internos de una empresa, pero todos ellos con la mirada puesta en obtener los beneficios de dicha aplicación. Estos serán algunos de ellos:
Mayor compromiso, motivación e implicación: el hecho de estar en constante comunicación con los miembros del equipo hace que se formen mayores lazos de unión. A raíz de ello, cada uno sentirá una mayor responsabilidad y compromiso con los demás, ya que cada aportación es clave para el éxito del proyecto, creando sentimiento de equipo.
Aumento de la experiencia del cliente: gracias a que el cliente está en constante comunicación y colaboración con el equipo, podrá ir dando feedback rápido y preciso mientras se van realizando las diferentes tareas del proyecto y así ahorrar tiempo en su finalización. Todo ello, haciendo que el cliente se sienta parte del equipo y consiguiendo así una mayor satisfacción por su parte.
Aumento de la productividad: con esta forma de trabajar, en la que el proyecto se divide en partes, las compañías conseguirán agilizar los procesos y, por ello, que los empleados sean más productivos. A raíz de esto, las empresas conseguirán disminuir los costes debido a que el proceso requiere de un menor tiempo.
Reducción de los errores: tal y como hemos comentado previamente, hay una gran comunicación dentro del equipo de trabajo que colabora en el mismo proyecto. También, al mismo tiempo, el contacto con el cliente es constante, lo que nos ayudará a observar e identificar en cada fase los problemas o incidencias que vayan surgiendo y darles solución con la mayor brevedad posible.
Para obtener los beneficios previamente mencionados, los expertos recomiendan dar una formación a los empleados para que la implantación de esta forma de organizar el trabajo sea más sencilla y se obtengan mejores resultados desde el inicio de su ejecución.
Agile es la metodología que está cambiando la cultura de las empresas y su implantación es cada vez más habitual en las organizaciones. Y es que, gracias a ella, los profesionales logran ser más eficientes y productivos, impulsando el compromiso con el equipo y la motivación en las tareas que realiza.