Ahora mismo nos encontramos en un entorno laboral en constante evolución en el que todos los métodos de trabajo, técnicas de gestión de proyectos, perfiles y profesiones han dado un giro de 360º.
Aun así, existen metodologías como la llamada Waterfall o en cascada que, por su enfoque secuencial y progresivo en la ejecución de tareas en cada una de las etapas de un proyecto, sigue aplicándose en las empresas.
¿EN QUÉ CONSISTE LA METODOLOGÍA WATERFALL?
Aunque para muchos puede resultar una técnica muy estricta y poco flexible, su sistema continuo y lineal favorece una organización más limpia y estructurada, evitando posibles fallos y confusiones. Concretamente, consiste en realizar las distintas fases del proyecto en una única dirección, donde no se puede comenzar con la siguiente hasta que no se finaliza la anterior, dirigiendo así, el flujo hacia abajo, como una cascada. Además, no permite volver a la fase anterior una vez se ha dado esta por finalizada, lo que fomenta una mayor implicación de los responsables para que todo se haga correctamente desde el momento en el que se inicia.
¿CÓMO APLICARLA?
La utilización de esta técnica es muy útil en los proyectos replicables, es decir, aquellos que se pueden volver a utilizar en otra ocasión, aunque se adapte a nuevas necesidades. En cualquiera de los casos, el proyecto debe tener unos requisitos bien definidos, objetivos claros, sin posibilidad de hacer cambios y que no requiera flexibilidad. Es más, haciendo honor a su funcionamiento, para aplicar esta técnica también debemos seguir unos pasos específicos:
- Requisitos: es la base principal sobre la que se debe ejecutar cualquier proyecto, ya que supone la planificación inicial en la que se plantearán todos los elementos necesarios para llevarlo a cabo. En este sentido, se trata de elaborar un briefing en el que se detallen todas las necesidades del proyecto, los responsables de cada una de las tareas a ejecutar, los timings de producción y entrega y demás elementos.
- Diseño: una vez planteada la planificación global del proyecto, es el momento de diseñar la ejecución del mismo. De este modo, establecemos los procesos de implementación, desarrollo y codificación.
- Implementación: es el momento de poner en marcha el proyecto. Para ello, se harán todas las pruebas necesarias para comprobar el funcionamiento correcto de cada una de las partes implicadas y detectar posibles errores, haciendo las modificaciones oportunas. Además, con esta metodología cada miembro del equipo debe estar bien documentado con todos los pasos que llevan a cabo y así facilitar la verificación posterior de su cumplimiento.
- Entrega: después de verificar que todo se ha realizado correctamente, entregamos el proyecto final al cliente quien finalmente comprobará si se han cumplido con las expectativas y objetivos marcados.
- Mantenimiento: se trata de hacer un control y seguimiento del propio proyecto, aunque ya haya sido entregado al cliente, ya que es el momento en el que suelen surgir dificultades y problemas a solventar.
¿QUÉ VENTAJAS TIENE?
Son varios los beneficios observados a la hora de aplicar esta metodología en la gestión de proyectos. Entre los que encontamos:
- Planificación y diseño sencillo
- Facilidad de aplicación
- Equipos controlados
- Posibilidad de integración de nuevos miembros
- Realización secuencial
- Medible
En definitiva, aunque cada vez surjan más cambios y la evolución del mercado laboral plantee una adaptación necesaria, aún podemos aplicar las metodologías más comunes y sistemáticas como, por ejemplo, la técnica en cascada, si es la que mejor se amolda a las necesidades del proyecto.