Cada vez resulta más familiar integrar los conceptos de cambio y transformación en nuestro día a día. Esto se debe a que vemos cómo entornos que han permanecido estáticos durante décadas sufren alteraciones que modifican la forma habitual de hacer las cosas.
Por ello, no es de extrañar que a nivel personal y profesional nos planteemos distintas formas de evolucionar. Un ejemplo de ello son las compañías que apuestan por nuevas formas de negocio, culturas empresariales y metodologías de trabajo que se adapten mejor a las nuevas situaciones y necesidades laborales.
En este sentido, también surgen diversas filosofías de trabajo como el Lean Office, una metodología que busca mejorar la productividad del equipo, eliminando del proceso todo aquello que no sea necesario y que ralentice el trabajo.
¿Cómo implementar el Lean Office?
El primer paso es centrar las bases del negocio en base al cliente y a sus necesidades, para así, centrarnos en lo realmente importante. Además de esto, es necesario realizar un análisis previo de los procedimientos y de la forma de trabajar para detectar aquello que precisa un cambio. Se trata de agilizar el proceso, optimizar los recursos y eliminar los elementos e intermediarios que obstaculizan la cadena de producción. De este modo, la productividad aumenta y los objetivos se consiguen más rápido.
Una vez hecho esto, integrar una serie de hábitos básicos como la clasificación, el orden, la limpieza, la estandarización y el mantenimiento de las tareas y del espacio de trabajo a la hora de trabajar, nos ayuda a mejorar en nuestro trabajo diario y, por tanto, obtener unos resultados más óptimos. Esto se debe a que aprendemos a gestionar las tareas por prioridades y evitamos las distracciones.
No obstante, para que esto funcione, resulta conveniente aplicarlo por igual en todos los departamentos de la compañía, para que todos los empleados actúen en consonancia con esa filosofía. Es decir, que forme parte de la cultura empresarial de la misma.
¿Qué beneficios aporta?
Esta filosofía puede ser aplicada en cualquier ámbito o sector profesional, ya que los beneficios que aporta resultan útiles para cada uno de ellos. Estos son:
- Simplifica los procesos.
- Reduce los tiempos de trabajo.
- Elimina duplicidad de tareas.
- Disminuye el margen de error.
- Aumenta la capacidad de reacción.
- Favorece la colaboración entre equipos.
- Duplica la productividad.
- Ahorra en gastos habituales.
- Mejora la rentabilidad de la empresa.
Además, clarifica mejor las tareas y objetivos individuales de cada uno, de modo que la experiencia del empleado es más satisfactoria. De hecho, es una buena forma de complementar el employee journey map, ya que centra el foco en los empleados, estableciendo los diferentes touchpoints o fases que enriquecen su experiencia profesional a lo largo de su trayectoria en la empresa. Un modo, que, al mismo tiempo, resulta muy útil y efectivo para mejorar la organización interna de la compañía, alineando todas las tareas en aras de cumplir con un objetivo común.
En definitiva, se trata de centrar la atención en lo que realmente importa y hace funcionar a la empresa, con el objetivo de estar en la cabeza del mercado de una manera más competitiva.