Últimamente hablamos mucho de los cambios y giros que experimentan empleados y empresas para renovarse y transformar los distintos procesos, con el objetivo de seguir la corriente de las nuevas tecnologías y tendencias en su búsqueda de ser la elección perfecta respectivamente. Pero no nos paramos a pensar en que para que estos cambios realizados por ambas partes converjan y convivan en equilibrio, es necesario un punto en común que los una.
Esta pieza es el liderazgo y como todo lo demás, también debe adaptarse a los nuevos tiempos. En este sentido, surge el liderazgo consciente que mucho más lejos del mandato jerárquico que se utilizaba hace años, transforma la perspectiva hacia dentro, es decir, donde el responsable, o en este caso el líder, se analiza a sí mismo para detectar y tomar consciencia de sus fortalezas y debilidades de cara a orientar al resto del equipo.
¿Cómo trabajar el liderazgo consciente?
Mas allá de realizar una introspección, el liderazgo consciente también analiza y estudia los aspectos positivos y negativos tanto de la empresa como de los empleados, para, sobre estos, tomar las decisiones oportunas y realizar los cambios necesarios para que todas las partes vayan alineadas en la misma dirección.
Para conseguirlo, necesitamos un perfil que sea capaz de potenciar y motivar las virtudes de cada uno y ponga en marcha la mejora constructiva de los aspectos que no estén funcionando. Además de ello, contar con una serie de cualidades favorece la aplicación de este tipo de liderazgo:
- Asertividad: lo principal es saber comunicar y transmitir de un modo adecuado todo lo que el equipo debe saber para cumplir con su cometido correctamente.
- Ejemplo a seguir: no hay nada más estimulante que tomar como referencia a una persona que hace lo que dice. Ya que, de nada sirve pedir algo si uno mismo no lo hace. Para ello, el punto de partida debe marcarlo el líder, ejecutando esos cambios en su persona, para que el resto actúe en consonancia.
- Empatía: conocer a nuestro equipo a nivel personal y ponernos en su lugar es fundamental para ayudarlos en lo que necesiten. Así, la observación y la escucha activa nos darán las claves para conseguirlo, y de este modo sabremos cómo potenciar y optimizar su talento.
- Colaboración: el compañerismo y la cercanía transforman el punto de vista que los empleados tienen hacia su líder, percibiéndolo como uno más del grupo con el que pueden contar y al que pueden acudir ya sea a nivel personal o profesional.
De este modo, si el líder en cuestión consigue reunir todas estas características tendrá la información suficiente sobre su equipo, tanto individual como grupal, de manera que pueda tomar perspectiva, observar y valorar distintas opciones que ayuden al grupo a avanzar. Igualmente, si se establece un ambiente agradable, donde la confianza y la honestidad sean la base de cualquier acción que se realice, los objetivos se obtendrán con mejores resultados. Igualmente, podremos observar que con la aplicación del liderazgo consciente generaremos grupos de alto rendimiento, un aumento de la productividad y, sobre todo, una influencia sobre el equipo más respetada y valorada.
Aun así, existen otros modelos de liderazgo como el Método Fiedler que permiten detectar el mejor líder para cada grupo. Para ello, el líder tiene que identificar su propio estilo de liderazgo teniendo en cuenta el entorno, la relación existente con los miembros del equipo, la estructura de las tareas a desempeñar y su capacidad de mandato. Al mismo tiempo que, desarrollar una serie de habilidades comunicativas nos ayudará a complementar y mejorar nuestra responsabilidad como líder, destacando la implicación, realización de preguntas y generación de un feedback continuo para ser el líder que nuestro equipo necesita.