La comunicación verbal es la forma de comunicar más básica que el ser humano conoce y la que, si trabajamos bien, resulta más efectiva para transmitir nuestros mensajes. Por ello, aunque contemos de manera innata con una serie de dotes comunicativas, practicar diferentes técnicas de mejora nos ayudarán a comunicar y relacionarnos en cualquiera de los ámbitos en los que nos movemos.
¿Qué son las habilidades comunicativas?
Las habilidades comunicativas son aquellas aptitudes que desarrollamos a la hora de comunicarnos con los demás. De hecho, como seres sociables que somos, no nos cuesta relacionarnos de un modo correcto con nuestro entorno, aun así, si desarrollamos estas habilidades comunicativas nuestra comunicación será más eficiente y con ella, podemos conseguir muy buenos resultados. Ya que no solo vale con lanzar el mensaje y desentendernos de él, sino que se trata de hacerlo de manera adecuada y precisa para que llegue y sea entendido correctamente, y alcance el objetivo por el que fue emitido.
Estas habilidades nos ayudarán en cualquier tipo de comunicación que realicemos en nuestro día a día, pero, sobre todo, en nuestro entorno laboral podemos ver los efectos positivos que aporta a nuestro desempeño profesional.
¿Qué beneficios tienen?
Ya sea a través de la redacción de contenidos propios o notas de presa, planificación de estrategias o relaciones interpersonales podemos demostrar nuestra habilidad de comunicarnos y conseguir los objetivos marcados. Al mismo tiempo, estas técnicas nos aportarán la capacidad suficiente para adaptar cada contenido al perfil o naturaleza del público al que nos dirigimos, para que, con ello, nuestra comunicación sea de buena calidad.
¿Cómo trabajarlas?
Existen diversos ejercicios o técnicas que nos ayudan a actualizar, desarrollar y perfeccionar las dotes comunicativas que ya tenemos. A continuación, te contamos las prácticas más útiles para lograrlo:
Mantén el contacto visual: es la base principal de una buena comunicación, ya que sirve de apoyo para el intercambio de ideas de un modo fluido, además de ser un indicio de atención que motiva tanto al emisor como al receptor.
Trabaja la escucha activa: aunque para mantener una conversación se necesitan al menos dos personas, no debemos acaparar la charla y convertirla en un monólogo.
Da feedback: enriquece y desarrolla positivamente la conversación a través de pequeñas intervenciones que retroalimenten el diálogo de nuestro interlocutor.
Realiza preguntas: tanto si eres el emisor como el receptor esto mantendrá activa la conversación y fomentará la atención y participación de todos.
Implícate: mostrar interés tanto en lo que comunicas como en lo que escuchas es fundamental para convertir cualquier contenido en estimulante.
En cualquier caso, aunque la comunicación verbal es la fuente principal de comunicación esta debe ir acompañada de otros elementos que contextualicen y enfaticen mejor el mensaje que se transmite. Es aquí donde cobra importancia la comunicación no verbal, es decir, todos aquellos aspectos no hablados que complementan el contenido que se emite, como son la mirada, postura, gestos, e incluso la vestimenta. Todos estos elementos dan mucha información significativa del contenido expresado de forma oral.
Igualmente, practicar una serie de dotes comunicativas no solo aumentará nuestra productividad, sino que, además, mejorará nuestras relaciones interpersonales favoreciendo a su vez la gestión de conflictos en el trabajo. Ya que, el uso de estas técnicas puede transformar esta situación de desacuerdo en una oportunidad de diálogo y cooperación.
En definitiva, el desarrollo de habilidades comunicativas nos permite mejorar cualquier aspecto de nuestra comunicación, ya sea oral o escrita, y con ello, todos los elementos que la acompañan como es la comunicación no verbal o paraverbal.