¿Sabías que la motivación de tu equipo es el motor de tu empresa? La motivación implica un sentimiento de compromiso y eficiencia a todos los niveles. Ya sea desde el lado más personal al profesional, la motivación establece un equilibrio entre ambas facetas, sacando su máximo partido de manera conjunta.
Para ello, aplicar la Teoría de Herzberg nos ayuda como empresa a mejorar la motivación de tu plantilla, multiplicando las ganas de trabajar y potenciando la efectividad del grupo.
¿Qué es la Teoría de Herzberg?
Se trata de una estrategia motivacional que permite a los líderes fomentar la satisfacción y motivación de los empleados/as a través del cuidado de los siguientes factores:
Factores de higiene: son aquellos que no dependen directamente del empleado y que forman parte del entorno en el que trabaja. Es decir, las condiciones de trabajo, ya sea a nivel físico como sería el lugar en el que se desarrolla la función, como las bases que rigen el contrato del mismo, como la conciliación familiar, el sueldo, el ambiente laboral, etc.
Factores motivacionales: están directamente relacionados con cuestiones propias, individuales y subjetivas de cada persona. Tienen que ver con la capacidad de adaptación, su desarrollo y crecimiento laboral, trayectoria profesional, reconocimiento, etc.
Para una satisfacción completa, debe existir un equilibrio entre ambos tipos de factores pues, aunque los factores de higiene no dependan del empleado, cada vez cobran mayor importancia a la hora de mantener la motivación del mismo, ya que, suponen lo que hoy se conoce como salario emocional, es decir, todas las condiciones que una persona necesita para sentirse a gusto en su entorno laboral.
Del mismo modo, ocurre con los factores motivacionales, pues obtener reconocimiento tanto a nivel económico como profesional, es la clave para retener el talento.
¿Cómo aplicar la Teoría de Herzberg?
El análisis y evaluación continua de la situación actual nos dará los datos que necesitamos para detectar posibles áreas de mejora y hacer los cambios que se precisen. En este sentido, podemos aplicar distintas estrategias complementarias para solventar posibles inconvenientes:
Comunicación transparente: que permita conocer toda la información de primera mano, fomentando un clima de confianza y colaboración.
Escucha activa: permanecer atentos a las necesidades que van surgiendo es fundamental para dar respuesta de manera activa a cada carencia.
Liderazgo participativo: conocer los valores y aspiraciones de cada integrante del equipo nos ayuda a saber cómo inspirarles y motivarles de forma individualizada en su desarrollo profesional.
Recompensar: premiar el trabajo realizado proporciona un subidón de autoestima que potencia la productividad, implicación y compromiso de la plantilla con la compañía.
De todas formas, a nivel personal e independiente, cada persona establece su propia Pirámide de Maslow Profesional, definiendo en cada uno de los escalones los distintos tipos de necesidades según prioridad. Por lo que, aunque se trata de algo muy subjetivo y difícil de abarcar como empresa para actuar a gusto de todos, sí que debemos de estar alerta para establecer una filosofía que vele por el bienestar de toda la plantilla en aras de aumentar la productividad, eficiencia y, sobre todo, una compañía unida y en la misma dirección.