Romper las reglas es la base la innovación. Sin duda, esta podría ser la afirmación que más peso tiene para el mercado laboral en los últimos años. Ya que, si bien queremos encontrar nuestro hueco y seguir la corriente de las nuevas tendencias, la capacidad de atreverse, inventar, apostar y practicar estrategias y sistemas diferentes a los habituales es la clave del progreso.
En este sentido, surge el organigrama circular, una estructura empresarial que apuesta por las relaciones humanas y una conexión de 360º entre todos los departamentos.
¿Cómo funciona un organigrama circular?
Más allá de ser un sistema horizontal, el organigrama circular prioriza la participación e implicación de toda la plantilla al mismo nivel. Así, a través de uno o varios círculos, todos los miembros del equipo colaboran y se comunican de un modo más equitativo.
¿Qué ventajas tiene un organigrama circular?
Flexibilidad: ya sea en la estructura empresarial como en los métodos y en los espacios en los que trabajar, el organigrama circular es más maleable y permite una mayor adaptabilidad a los cambios. En este sentido, este sistema apuesta por entornos más versátiles en los que la comunicación fluye de manera natural entre el equipo, al mismo tiempo que establece diferentes estrategias en función de las necesidades que vayan surgiendo, lo que resulta un valor añadido para el contexto de competitividad en el que nos encontramos.
Agilidad: al no establecer una estructura rígida como podría ser la piramidal que se basa en un sistema totalmente jerárquico, el organigrama circular elimina barreras favoreciendo la aceleración de procesos y, por tanto, la consecución de objetivos.
Creatividad: la naturalidad con la que se establece el organigrama, dando voz y voto por igual a todos los integrantes del equipo, favorece una participación más dinámica y una implicación más fluida a la hora de aportar ideas o tomar decisiones, dando lugar a un entorno innovador.
Proactividad: sentirse parte de un todo e importante en el planteamiento de proyectos y en la consecución de objetivos, mejora la comunicación y fomenta la implicación de los empleados, ya que sienten que su papel dentro del equipo es imprescindible para un funcionamiento eficaz.
Este tipo de organigrama cada vez está más presente en las empresas de hoy día, especialmente se aplica en aquellas cuyo tamaño no es tan grande, como las PYMES, ya que cuentan con menos empleados y tienen una estructura más versátil. Esto es así, porque la constitución de este tipo de organización resulta más viable en la etapa inicial, donde los métodos y sistemas aún no están del todo definidos y permite una mayor adaptación.
Aun así, existen otras técnicas que, independientemente del tamaño de la empresa, favorecen la cohesión de equipos. Por ejemplo, el Bridge Builiding, construye puentes entre las distintas áreas de la compañía que, a priori parecen independientes, pero que en realidad forman parte de un todo que tiene que ir en la misma dirección. De esta forma, mejoramos las relaciones entre toda la plantilla, descubrimos nuevas sinergias y generamos un ambiente más colaborativo, lo que se traduce en un aumento de implicación, sentimiento de pertenencia y motivación.
Del mismo modo, muchas empresas buscan transformarse en organizaciones teal, que establecen como pilares fundamentales de su cultura la autogestión, plenitud y evolución del talento interno, dando paso a la autonomía y proactividad de los empleados en su desarrollo profesional. Así, ambas partes, empleados y empresa resultan beneficiados, ya que permite conocer y gestionar adecuadamente el talento, situándolo en el lugar adecuado y sacando el máximo partido y rendimiento de él.