Hoy en día saber trabajar en equipo supone una de las mayores y mejores cualidades a valorar en una entrevista de trabajo. A priori, podría decirse que cualquier persona es capaz de hacerlo, pero lo cierto es que no es así. Para ello, hay que poseer una inteligencia interpersonal que nos permita relacionarnos con los demás en aras de aumentar la productividad y efectividad del equipo mediante la colaboración de los distintos miembros. Pero para ello, resulta necesario realizar un autoanálisis previo, es decir, debemos conocernos en profundidad para saber dar lo mejor de nosotros mismos y por consecuente, poder tener relaciones de mejor calidad con nuestro entorno en general.

¿Y cómo lo hacemos?

En este sentido recurrimos a la inteligencia intrapersonal, la cual hace referencia a un aspecto más individual e introspectivo que nos permite conocer qué aspectos de nuestra personalidad son más positivos y cuáles se podrían mejorar, para así, obtener mejores resultados en nuestro día a día tanto a nivel personal como profesional. Se trata de trabajar en uno mismo, de comprendernos y de saber gestionar nuestras propias emociones para poder afrontar mejor cada una de las situaciones que se nos presentan.

Así, este tipo de inteligencia podemos desarrollarla mediante la aplicación de una serie de actividades que nos permitan realizar un control y seguimiento interior de nuestras capacidades. Entre ellas destacamos las siguientes:

  • Análisis DAFO personal: tomarnos a nosotros mismos como un campo de estudio en el que analizar nuestras propias debilidades, amenazas, fortalezas y oportunidades, nos dará una visión más completa de todas aquellas habilidades de las que podemos sacar buen provecho y aquellas otras que, por el contrario, nos pueden limitar en el desarrollo de nuestra actividad.
  • Diario semanal: vigilar cada una de nuestras emociones a lo largo de los días y cada uno de los retos a los que nos enfrentamos nos permite reconocer aciertos y fallos de los que aprender para actuar de la mejor manera posible en las siguientes ocasiones.
  • Anteponerse: plantearse con anterioridad los distintos escenarios en los que nos podemos ver envueltos sin previo aviso, ayuda a prepararnos con el fin de tratar de tener la mejor reacción y solventar la situación de manera eficaz.
  • Ser consecuente: con los objetivos marcados y tener la actitud necesaria para conseguirlos.

Esto hará que desarrollemos nuevas capacidades como la autodisciplina, el autocontrol, la autocomprensión, la ponderación de logros, etc. que nos permitirán trabajar de manera más efectiva.

De este modo, sabremos sacar el máximo provecho a cada una de nuestras actividades, obteniendo mejores resultados en el desarrollo de las mismas.

Al mismo tiempo, desarrollar este tipo de inteligencia hará que potenciemos ese talento oculto que tenemos en nuestro interior, ya sea natural, potencial o de alto rendimiento, aportando algo diferente al resto del equipo.

Por otro lado, aunque se diferencia de la inteligencia interpersonal no debemos olvidar que ambas deben trabajar de la mano, ya que, si solo desarrollamos una de las dos dejando la otra sin tratar, los resultados que obtendremos serán mucho menos beneficiosos para nosotros y para nuestro trabajo. Por ello, trabajar tanto en el autoconocimiento de uno mismo como en la relación con los demás aporta numerosas ventajas al desarrollo de nuestra actividad diaria. Es más, en algunas ocasiones hemos podido comprobar que la mejor formación es la que recibimos de los compañeros en las relaciones que mantenemos con ellos día a día.

 

Written by despliegatusalas